sábado, 30 de mayo de 2009

Bodorria

Nunca me divertí en una boda. No me gustan las fiestas familiares. Evite mi fiesta de 15 años por el vals familiar. No comprendo los bailes ridículos que hacen los padres para hacer reír a sus hijos en los eventos de este tipo... hoy rompí con la tradición de quedarme sentada bufándome de aquellos que estaban en la pista de baile y me convertí en una de ellos...

Todo empezó con la víbora de la mar yJustificar a ambos lados los pequeños golpes que la vecina de junto le propinaba a los novios cada vez que se acercaba a ellos, el intento de mis boobs por escapar de su sitio cuando una extraña me jaló del vestido y mi casi caida sobre el novio cuando fui a felicitar a la pareja. Las cosas se veian demasiado bien, parejas desbordando amor, gordas vestidas como piñata, un novio aterrorizado (exactamente una cara de estreñimiento que vale millones) y mi madre detallando cada uno de los acontecimientos que estarían por venir.

No conozco el orden de sucesos dentro de una boda, pero cuando aventaron al novio mi papá ágilmente comentó: es la única ventaja de estar gordo, no pueden lanzarte muy alto, el cual logró un asombroso cierre con prácticamente todos los compañeros de mesa riéndose del chiste (la única que no se rió fue una nena de 6 años que es una lindura con patas).

No hay nada más divertido que burlarse de la gente ebria en una boda... y mejor aún cuando son ebrias gordas, mal vestidas, desmadrosísimas y amigas de la novia jeje el aderezo final, la cereza del pastel lo pone la suegra mandona que pretende que la novia haga su voluntad y se quede junto a su hijo en la mesa de honor, las caras de la novio y el desenlace final de la misma encabezando la coreografía de caballo dorado... lo sentimos, ñora, con todo respeto, usted se la peló jajajaja.

Pues eso es todo de mi Boda Conejo... bueno, no la mía pero la disfruté tanto que estoy pensando aplicar la misma que mi hermana: fingir mi boda con tal de tener unos dulces momentos de sana diversión...con un inflable