jueves, 19 de mayo de 2011

Año del Conejo / Año reproductivo

Este año ha sido un tanto blando, este mes ha sido un poco aburrido, este día fue de ajetreo.
El domingo pasado me encontraba en mi tierra natal, pensando en el mismo personaje, en las mismas preguntas, dándome distintas respuestas, cuando llegó a mi uno de mis mejores amigos, todo eran risas, todo era chela. La compañía grata de un día caluroso y los recuerdos de un pasado lleno de gloria, el presente un poco en bancarrota y el futuro lleno de planes y salidas nocturnas... hasta ese momento.

-Estamos embarazados
-¿Desde cuándo lo saben?
-Tiene tres meses
-¿Hace cuánto que lo saben?
-Hace poco más de un mes. Todas las pruebas dieron positivo, distintas marcas, mismo resultado.
-Me imagino, no existen los falsos positivos.

Sentí como su mundo empezaba a asfixiarlo, no pude desearle una paternidad feliz, no pude decirle que todo saldría bien. Él es uno de mis mejores amigos y sabía que en algún momento su suerte dejaría de ser tan buena.
Su mirada estaba perdida en la nada, estaba ausente. Luchaba por convencerse de que todo iría bien y que tendría la capacidad para poder controlar su vida. Estaba ahí sin estar, esperando el momento en que la realidad le tomara la cara y las decisiones escupieran las verdades que no está listo para escuchar, para entender.

Tengo el mismo miedo que cuando mi mejor amiga me contó que eso mismo le pasaba. Tengo miedo de cómo cambie su vida, de la libertad que va a perder, de la batalla en la cual se está embarcando y que, desafortunadamente, no tiene las armas suficientes para salir airoso. Tengo miedo por el bebé, tengo miedo por su pareja. No quiero ver cómo su mundo se derrumba.

Hace un par de meses le dije a uno de los grandes amores de mi vida (quién pasó por lo mismo), le dije que no había decisiones correctas, que todo lo que viniera iba a ser doloroso, le regalé un pedazo de mi corazón por si él se quedaba sin el suyo, le di un abraza y lo dejé caminar solo.

Tal vez eso es lo que falta, tal vez me hace falta dejar de ver a mis amigos como mis hijos, dejar de concebirme como la persona que debe cuidar de ellos. Son responsables de sus actos, son inteligentes y 'los tengo bien educados'... pero me da un terror horrible el siquiera pensar que pueden salir lastimados.

Así es, soy de esas preocuponas sobreprotectoras, que creen que pueden convertirse en una capa súper poderosa que ayudará a evitar el ataque enemigo, pero los ataques que llegan desde dentro, ¿qué con ellos? nadie garantiza que voy a poder salvarlos de ellos mismos porque no me corresponde. Otro de mis bebés está viéndose en la necesidad de crecer y no quiero que vuele del nido.

Estoy triste porque lo veo más resignado que lleno de ilusión.
Pequeño, no puedo decirte nada salvo que estoy petrificada por lo que estás a punto de comenzar a vivir, tienes todo mi apoyo, mi corazón está contigo. Te amo, amigo. Perdona por no haberte dado el abrazo que esa noche necesitabas. Estás en mi corazón.

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