jueves, 27 de marzo de 2008

20 para las 10

A esa hora logré conciliar el sueño pretextando una tarea, engañando a mi cerebro o al menos intentándolo.
Si, espere la hora en que se me cerraran los ojos con la firme decisión de que no aparecieras tu y creo que lo logré...mas sólo lo creo, nada me indica que pude lograrlo o que podré hacerlo.
No tienen caso los reclamos ni las acusaciones, lo hecho así se va a quedar. Queda sólo preguntar el porqué y tratar de entenderlos, de asimilarlos.
Mi almohada se ha cansado de recoger mi llanto y tu cepillo parece cada vez más enternecido con mis historias.
Hubo una vez en un lejano rincón del país, una enajenada caprichosa que se enamoró del más volátil de los misterios...TÚ.

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