jueves, 21 de octubre de 2010

Con un ojo en el ojo de la cerradura, ¿qué ojo observa a quién?
¿Qué amor masoquista se esconde al interior de la puerta? que el observador no puede
negar la necesidad de observar hacia dentro de la habitación, que curiossamente, apunta hacia el espejo, el espejo que refleja la deformidad del alma que observa, que se repite vistazo tras vistazo, en una dimensión sin fin, solamente tan vasta como la efimeridad de un suspiro...

El ojo que todo lo ve no es más que un ojo que se observa a sí mismo.

No hay comentarios: